Existe una tradición marxista que lejos de privilegiar el
análisis materialista de la sociedad se encierra en profetizar un estrepitoso
derrumbe del capitalismo y el ascenso revolucionario del proletariado. “Toda la
trayectoria de desarrollo del modo de producción capitalista de producción y de
la lucha de clases en la sociedad burguesa conduce inevitablemente al cambio
revolucionario del capitalismo por el socialismo” reza el Manual de Economía de
la URSS. Este planteo se sostiene en la premisa de que el desarrollo de las
fuerzas productivas crea la base material para el cambio de sociedad. Aunque paradójico ninguna revolución se
sostuvo sobre una base desarrollada, fueron las mismas revoluciones las que
produjeron desarrollo. De todas formas lo que se intentará mostrar es que la
base actual del capitalismo a nivel global, lejos de conducir objetivamente a
una sociedad de tipo socialista hoy pareciera acercarse más a un futuro
distópico.
Advertir que el cambio revolucionario puede ser una obra de
extrema complejidad, algo suficientemente inasible y que también podría no ser,
es muy mal visto y considerado por todos aquellos que hacen de la Revolución un
dogma. No es imposible ya hubo experiencias revolucionarias e intentos bastante
aproximados que muestran su posibilidad. Lo que no hay es una fuerza de tipo natural
que conduzca espontáneamente y casi de manera inevitable a eso. En la película
The East la protagonista le pregunta al líder de un grupo ecologista radical “¿Por
qué la pretensión de superioridad moral va ligada a los movimientos de resistencia?”.
Cuando las potencialidades del sujeto social se eclipsan pareciera que la
Revolución quedara reducida a una simple pero rigurosa ética individual. Eso es
religión.
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