2008/06/15

El Che Guevara

Ayer 14 de junio fue el 80 Aniversario del nacimiento de Ernesto Guevara de la Serna en Rosario. Hoy nadie desconoce su imagen, pero tal vez sean muy pocos los que sepan quien fue el Che. En su homenaje voy a postear este trabajo del escritor y periodista argentino Rodolfo Walsh, quien lo retrata mejor que nadie en su forma más humana. Extraido de la muy buena revista Los 70.


Guevara, por Rodolfo Walsh (1967)

El presente texto fue extraído de una recopilación de artículos sobre el Che Guevara publicado por la Casa de las Américas en 1986.

¿Por quién doblan las campanas? Doblan por nosotros. Me resulta imposible pensar en Guevara, desde esta lúgubre primavera de Buenos Aires, sin pensar en Hemingway, en Camilo, en Masetti, en Fabricio Ojeda, en toda esa maravillosa gente que era La Habana o pasaba por La Habana en el 59 y el 60. La nostalgia se codifica en un rosario de muertos y da un poco de vergüenza estar aquí sentado frente a una máquina de escribir, aun sabiendo que eso también es una especie de fatalidad aun si uno pudiera consolarse con la idea de que es una fatalidad que sirve para algo.

Lo veo a Camilo, una mañana de domingo, volando bajo en un helicóptero sobre la playa de Coney Island, asomándose muerto de risa y la muchedumbre que gozaba con él desde abajo. Lo oigo al viejo Hemingway, en el aeropuerto de Rancho Boyeros, decir esas palabras penúltimas: "Vamos a ganar, nosotros los cubanos vamos a ganar". Y ante mi sorpresa: "I´m not a yankee, you know".

Interminablemente veo a Masetti en las madrugadas de Prensa Latina, cuando ya se tomaba mate y se escuchaba unos tangos, pero el asunto que volvía era el de esa revolución tan necesaria, aunque hoy se presenta tan dura, tan vestida con la sangre de la gente que uno admirado simplemente quiso.

Nunca sabíamos en Prensa Latina, cuándo iba a venir el Che, simplemente caía sin anunciarse, y la única señal de su presencia en el edificio eran dos guajiritos con el glorioso uniforme de la sierra, uno se estacionaba junto al ascensor, otro ante la oficina de Masetti, metralleta al brazo. No sé exactamente por qué daban la impresión de que se harían matar por Guevara, y cuando eso ocurriera no sería fácil.

Muchos tuvieron más suerte que yo, conversaron largamente con Guevara. Aunque no era imposible ni siquiera difícil yo me limite a escucharlo, dos o tres veces, cuando hablaba con Masetti. Había preguntas por hacer pero no daban ganas de interrumpir o quizá las preguntas quedaban contestadas antes de que uno las hiciera. Sentía lo que él cuenta que sintió al ver por única vez a Frank País: sólo podría precisar en este momento que sus ojos mostraban enseguida el hombre poseído por una causa y que ese hombre era un ser superior. Yo leía sus artículos en Verde Olivo, lo escuchaba por TV: Parecía suficiente, porque Che Cuevara era un hombre sin desdoblamiento. Sus escritos hablaban con su voz, y su voz era la misma en el papel o entre dos mates en aquella oficina del Retiro Médico.

Creo que los habaneros tardaron un poco en acostumbrarse a él, su humor frío y seco, tan porteño, debía caerles como un chubasco. Cuando lo entendieron, era uno de los hombres más queridos de Cuba.

De aquel humor se hacia la primera víctima. Que yo recuerde, ningún jefe de ejército, ningún general, ningún héroe se ha descrito a sí mismo huyendo en dos oportunidades. Del combate de Bueycito, donde se le trabo la ametralladora frente a un soldado enemigo que lo tiroteaba desde cerca, dice: "mi participación en aquel combate fue escasa y nada heroica, pues los pocos tiros los enfrenté con la parte posterior del cuerpo". Y refiriéndose a la sorpresa de Altos de Espinosa: "no hice nada más que una retirada estratégica a toda velocidad en aquel encuentro". Exageraba él estas cosas, cuando todos sabían que acaba de recordar Fidel, que lo difícil era sacarlo del lugar donde hubiera más peligro. Dominaba su vanidad como el asma.

En esa renuncia a las últimas pasiones, estaba el germen del hombre nuevo que hablaba.

Guevara no se proponía como un héroe: en todo caso, podía ser un héroe a la altura de todos. Pero esto, claro, no era cierto para los demás. Su altura era anonadante: resulta más fácil a veces desistir que seguirlo, y lo mismo ocurría con Fidel y la gente de la Sierra. Esta exigencia podía ponernos en crisis, y esa crisis tiene ahora su forma definitiva, tras los episodios de Bolivia.

Dicho más simplemente: nos cuesta a muchos eludir la vergüenza, no de estar vivos porque no es el deseo de la muerte, es su contrario, la fuerza de la revolución, sino de que Guevara haya muerto con tan pocos alrededor. Por supuesto, no sabíamos, oficialmente no sabíamos nada, pero algunos sospechábamos, temíamos. Fuimos lentos, ¿culpables? Inútil ya discutir la cosa, pero ese sentimiento que digo está, al menos para mí y tal vez sea un nuevo punto de partida.

El agente de la CIA que según la agencia Reuter codeó y panceó a cien periodistas que en Valle Grande pretendían ver el cadáver, dijo una frase en inglés: "awright, get the hell out of here".

Esta frase con su sello, su impronta, su marca criminal, queda propuesta para la historia. Y su necesaria réplica: alguien tarde o temprano se irá al carajo de este continente. No serán los que nacieron en él. No será la memoria del Che.

Que ahora está desparramado en cien ciudades
entregado al camino de quienes no lo conocieron

Buenos Aires, octubre de 1967.

2008/06/07

La acumulación del saber y la cultura en una sociedad caliente.

El etnólogo Claude Lévi-Strauss había diferenciado muy bien entre dos tipos de sociedades, las frías y las calientes. Las sociedades llamadas primitivas son un tipo de organización donde el tiempo parece transcurrir de otra forma y donde los cambios a pesar del paso de los siglos apenas alcanzan a evidenciarse. Las sociedades calientes en cambio van provocando mutaciones de manera ininterrumpida, sitio en el cual se desarrolla de forma inequívoca la historia; no sólo de las formaciones sociales, económicas, y políticas sino también del saber, la técnica y la ética. Es así como algunas manifestaciones del saber como son la ciencia y la filosofía, no son parte de la totalidad sino expresiones de determinados estadios históricos, a la vez sujetos a su transformación continua. En las sociedades calientes lo que constantemente se va actualizando son las formas en que la especie se integra al medio construyendo cultura, en un sentido abarcativo del término, a saber incluyendo los modos de producir, de conquista, de guerra, de dominación, de conocimiento, de legislación, de relación, etc.

En las sociedades frías la sabiduría está depositada en el consejo de los ancianos, ellos son los que a partir de la experiencia vivida han alcanzado un nivel de saber al cual los más jóvenes debieran acceder en el transcurso de la vida, siendo a la vez guiados por estos. El anciano la realidad que vivió desde su infancia evidentemente es casi la misma, y no sólo esto, sino que a lo largo de innumerables generaciones esa realidad siempre fue y será continua. La condición fría permite que la cultura se constituya en un proceso de acumulación ascendente y a la vez invariable. En las sociedades calientes también existe la acumulación ascendente pero también las rupturas, las discontinuidades y la desacumulación a favor de nuevas emergencias. Me animaría a decir que en estas últimas el proceso de transformación mantiene una autonomía con respecto a los sujetos que lo producen, y es por esto mismo que las mayorías, expresadas como diferentes generaciones, dan la imagen de ser portadores de saberes completamente distintos aún siendo partes de un único y mismo proceso. Es así que en nuestras sociedades, el anciano sea el que tal vez menos sepa, o por lo menos en ese presente, y que entre distintas generaciones se vayan construyendo subculturas diferenciadas, donde parecieran prevalecer factores corporativos distintos, aunque formen parte de una misma familia. Si bien la familia fue duramente cuestionada algunas décadas atrás hoy da la sensación de mantenerse intacta, y obviamente que esto es inmanente a la reproducción de una sociedad capitalista hoy muy afianzada a partir de la caída de los socialismos reales. Los jóvenes dirán que sus padres o sus abuelos no saben sobre ciertas modas o ciertos hábitos, aunque haya una tendencia actual a que los adultos no quieran envejecer, adoptando poses de los de menos edad, pero que son radicalmente diferentes a las de cuando ellos eran jóvenes. Es decir que el adulto que quiere parecer joven desacumula mucha de su experiencia pasada.
Creo que en este tipo de mecanismo, el de desacumulación hay un elemento perverso que hoy pareciera el centro de la reproducción ideológica.
Creo que hay alternativas al respecto, hay gente grande que no desacumuló nada y aún puede tener vigencia entre los de menos edad. Esto puede vislumbrase en ciertas figuras del arte, del rock, de la intelectualidad crítica y de la contracultura. Obviamente que en esta sociedad no habría lugar para un consejo de ancianos.

PD: Disculpen lo apretado del texto pero me doy cuenta que da para desarrollarlo mucho más, y en eso estaremos.