2015/03/15

Apuntes de la coyuntura

El próximo miércoles 18 se cumplirán dos meses de la muerte del fiscal Alberto Nisman. Desde el hecho sucedido en enero hasta hoy corrió mucha agua por debajo del puente.  Tal vez sobre el caso mismo no exista demasiada luz, pero nadie puede no observar que fue terriblemente instrumentalizado, y que el escenario político que se va desplegando este año es bajo la impronta de la muerte del fiscal. Existen hechos que sirven para marcar la cancha, que son disciplinadores, que establecen agenda, y que en definitiva plantean un terreno de juego, en el cual muy pocos advierten que podría ser posible elegir otras coordenadas. Los medios no dejan de recordar que ése es el campo de juego, y que igual que lo que le sucedió a River en Perú no le queda otra que jugar en una cancha de pasto sintético. El terreno de juego es sin dudas, el lugar que se pretende como natural aunque no lo sea. Obviamente no nos referimos nada más que al caso Nisman, ya que si uno se detuviera a examinar los detalles de la acción política, nos encontraríamos con un exceso de reglamentaciones. Ese fue siempre el juego de las democracias liberales y con el agotamiento parcial de ese paradigma, que sume a gran cantidad de la población en el descreimiento y la apatía, son los medios quienes se convierten en grandes protagonistas.

Nadie puede negar que hoy el conocimiento de la política, sea bastante insuficiente. La Democracia sobre la que se habla entró en ese piñón fijo de remarcar constantemente la división de poderes. Que el Poder Judicial debe ser independiente es un cliché de moda, ya que debe controlar al Ejecutivo. Sin dudas en esas afirmaciones, lo que nunca aparece es la voluntad popular, mucho menos la posibilidad de que si el pueblo no gobierna sino a través de sus representantes, tenga la posibilidad de controlar efectivamente. Nada más lejano al Pueblo que el Poder Judicial, y esto no es un juicio de valor, es una realidad incontrastable. Nunca los sectores populares formaron parte de ese Poder.

Hoy pareciera que el escenario político fuera simplemente un exasperado diálogo, por no decir enfrentamiento, entre un gran arco opositor tanto social ideológico como político institucional, con la cúpula del gobierno (es decir los sectores duros del kirchnerismo) dejando como espectadores al conjunto de la sociedad. Esto no quiere decir que los espectadores no jueguen, lo hacen. Mucho se le ha reprochado a este gobierno el hecho de crear confrontaciones, pero cuando uno observa detenidamente las conductas políticas, es probable encontrar un nivel de agresión muy fuerte en los sectores sociales opositores al gobierno, una violencia muy grande en todos esos ciudadanos de base rabiosamente Anti K. En los foros que los medios tienen en internet es posible presenciar esa guerra mediática entre “cacerolos” y “choriplaneros” que no es más que una sarta de agravios en los cuales nunca es posible compatibilizar ideas. No muy diferente de los comentarios de los hinchas de fútbol en las páginas deportivas. Entre los que tildan de “asesina” a la “Yegua” y los que intentan defenderla aunque no haya hecho nada, no existe ningún Tercero que pueda poner algún orden al debate. No hay Otro, hay una encerrona entre dos contendientes. Bueno si la lógica de los adherentes es esa, es posible que si la misma se cayera o colapsara, el “Qué se Vayan Todos” podría estar a la vuelta de la esquina.

Volvamos a los que militan desde el Poder. Mientras que el diario La Nación asegura que el Gobierno busca una tregua con el Poder Judicial para llegar a diciembre sin grandes novedades, pareciera que la tregua está planteada por otros sectores. Muy concretamente, puede señalarse que el sobreseimiento en tres causas que implican a civiles como cómplices de la última dictadura, en el lapso de una semana, resulta una señal muy clara e inequívoca, de que el Poder Judicial no está dispuesto a avanzar en un territorio en el cual la derecha argentina tiene una posición definida. Mucho más en un año electoral en el cual el retorno de la derecha al gobierno ya no es una mera suposición, e incluso teniendo en cuenta que dentro del Frente para la Victoria existen grandes sectores principalmente del PJ que nunca movieron el avispero por un tema como el de los DDHH, e incluso que podrían ser capaces de retornar a la teoría de los dos demonios. El mensaje del Poder Judicial es muy concreto, es hacia el kirchnerismo puro, y hacia los diferentes organismos de Derechos Humanos, y por qué no también a sectores de la izquierda. Sin una masiva marcha como la del 18F a la corporación judicial se le tornaría mucho más difícil contrarrestar el avance en causas por delitos de lesa humanidad.

La marcha del 18F fue una expresión masiva del rechazo que las clases medias y altas tienen (y tuvieron siempre) con respecto a políticas de ampliación de derechos al pueblo.  Un gobierno de raigambre popular debiera siempre en nuestro país trabajar la conciencia social de esos sectores, ya que no se trata de que hayan perdido derechos, o que su nivel de vida haya empeorado, todo lo contrario, la resistencia de los sectores medios es en primer lugar ideológica, expresa un sustrato de derechismo que impregna nuestra sociedad, y que en coyunturas de reflujo reaparece inevitablemente. Otra señal clara fue la de la Unión Cívica Radical. El centenario partido de las clases medias argentinas decidió rumbear hacia la derecha, y encolumnarse con Mauricio Macri. Según el presidente de la UCR Ernesto Sanz se trata del “Republicanismo contra el Populismo”. Para los que indagamos en las definiciones, esa definición suena bastante abstracta.

Poco es tenido en cuenta el avance del Imperio contra la soberanía de Venezuela. Un avance que apunta a toda la región.

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