2015/02/21

La Unión Democrática, el GAN y el 18F.

En la historia se dan coyunturas específicas que no se pueden explicar a sí mismas a través de su propia autoreferencia. Desde el peronismo siempre se hizo hincapié en la denominada Unión Democrática, ese espectro entre oligárquico y pequeño burgués que no soportaba los derechos alcanzados por los trabajadores, y que conspiró permanentemente para propiciar el retorno de la oligarquía burguesa terrateniente al poder en 1955 y propiciar un nuevo sesgo de la dependencia, esta vez principalmente yanqui. Porque hay que precisar que las clases dominantes en la Argentina siempre necesitaron del apoyo externo, o en todo caso: los intereses externos necesitaron siempre de la obsecuencia local para convalidar su predominio y hegemonía.

Esta historia pareciera repetirse sin modificaciones, pero en la repetición siempre hay diferencias. El peronismo caído en el ’55 supervivió en la resistencia, pero una gran parte de esa fuerza se volvió cómplice de los amos. El sindicalismo colaboracionista por ejemplo, con el Lobo Vandor a la cabeza, mientras caían los Felipe Vallese y otros emblemas de la resistencia.

Tras las caídas de los dictadores Onganía y Levingston, a partir de los Cordobazos del 69 y el 71, las clases dominantes cambiaron de táctica (no de estrategia) y el nuevo dictador Alejandro Agustín Lanusse propuso  el Gran Acuerdo Nacional (GAN). No sólo el peronismo revolucionario sino también el conjunto de la izquierda clasista y revolucionaria nucleada materialmente en los sindicatos de las automotrices cordobesas (Sitrac y Sitram, y Smata) se opusieron a esa nueva Unión Democrática sino que además la denunciaron y combatieron en las calles y en los puestos de trabajo.  Entre el 69 (año del Cordobazo) y 1976 (golpe genocida) pasaron muy poco años y el entusiasmo y revolucionarización de los sectores juveniles obreros e intelectuales  cayó en saco roto. Ese balance aún no se hizo. Debiera hacerse para proseguir una historia que si no queda incompleta, mucho más cuando hay 30 mil compañeros caídos.

Los acontecimientos que los argentinos vivimos hoy, después de 12 años de gobierno kirchnerista, en los cuales muchos de esos estandartes perdidos parecieron haber reflotado, no debieran caer en saco roto. Sin dudas la Revolución no se produjo, pero ella no es más que una Larga Marcha, que no debiera retroceder. 

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