2014/09/14

Michelle Bachelet. La tradición socialista regresa al poder

El pasado jueves 11, en Chile, se cumplieron 41 años del golpe de Estado, que derrocó al presidente Salvador Allende y al gobierno de la Unidad Popular. El principal acto conmemorativo fue realizado en el Palacio de la Moneda y fue encabezado por la presidenta Michelle Bachelet. Para ella, un 11 de septiembre no es un día cualquiera. En 1973 a días de cumplir 22 años, la joven estudiante de Medicina y militante de la Juventud Socialista padeció aquella acción castrense de forma particular. Su padre, el general Alberto Bachelet Martínez, quien en 1972 fuera designado por el presidente Allende como secretario de la Dirección Nacional de Abastecimiento y Comercialización –que ponía bajo su control las Juntas de Abastecimiento y Precios (JAP)–, debido a su lealtad al mandatario, fue detenido, y tras sufrir apremios ilegales en sesiones de interrogación, seis meses después falleció debido a un infarto de miocardio. Las JAP habían sido creadas especialmente para racionalizar y alivianar la escasez de alimentos e insumos que afectaron al país trasandino los últimos días del gobierno de la UP. Durante la ceremonia por el 41º aniversario del golpe militar, la presidenta Michelle Bachelet señaló que “la memoria de los desaparecidos sigue aquí”, e insistió en su llamado a todos aquellos que tengan información sobre el paradero de estas víctimas, la entreguen.
En su discurso, Bachelet también hizo referencia al atentado en el metro Escuela Militar –sucedido el pasado lunes 8 y que fuera catalogado como una acción terrorista– afirmando que en Chile, tras el quiebre institucional perpetrado por los militares, ya no hay lugar para el temor y la violencia. “No estamos dispuestos a permitir que esa cultura de respeto de derecho y de paz que hoy reivindicamos, que nos pertenece a todos y todas, sea atropellada, abusada o menospreciada por nadie”, señaló la mandataria. “Si hay una lección aprendida para todos tras el golpe militar de 1973 –dijo– es que en Chile no hay ni puede haber espacio para la violencia. Condenamos la violencia en todas sus formas y reivindicamos la vocación de nuestro país de vivir en paz y tranquilidad, porque en Chile no puede, ni hay espacio alguno para el miedo y para el temor”, enfatizó. La presidenta añadió que “es precisamente gracias a la memoria, con sus cicatrices y con su luminosa persistencia, que sabemos que la fortaleza de nuestra democracia es un patrimonio común que a cada uno le corresponde cuidar”. Bachelet, tras haberse desempeñado como ministra de Salud y luego de Defensa del por entonces presidente Ricardo Lagos de la Concertación, fue elegida en 2004 junto a la canciller Soledad Alvear como las dos precandidatas a suceder a Lagos. Las dos ex ministras tuvieron el plazo de un año para hacer campaña y enfrentarse en elecciones primarias abiertas para poder ser elegidas como candidata presidencial de la Concertación. En mayo de 2005 Alvear retiró su candidatura y dio pie a un fortalecimiento de Bachelet, que de hecho venía creciendo sustancialmente en las preferencias del electorado. El 5 de diciembre del mismo año, la candidata de la Concertación vencería al derechista Sebastián Piñera por 45,95% a 25,41% en la primera vuelta y por 53,5% a 46,5% en la segunda vuelta. De esta forma, Michelle se convertiría en la primera mujer chilena que accedería a la presidencia, y después de Salvador Allende la segunda integrante del Partido Socialista en llegar a la Moneda. Vale señalar que la izquierda partidaria chilena, tanto el Partido Socialista como el Comunista, son organizaciones con fuerte raigambre territorial y de masas. El socialismo chileno es la segunda fuerza política del país trasandino, tras la Democracia Cristiana. En 1970, el PS logró articular la Unidad Popular que llevó a la presidencia a Salvador Allende y que logró un muy interesante proceso de transformaciones sociales, que por entonces llevara el nombre de “Vía chilena al socialismo”. Un sector muy importante del socialismo a mediados de los ’60 conformaría la principal fuerza marxista trasandina de entonces: el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), y vale recordar que la prestigiosa intelectual chilena Marta Harnecker fue parte del PS, antes de convertirse en la principal discípula latinoamericana del filósofo marxista francés Louis Althusser. Harnecker es una prolífica escritora, y en los años setenta se hizo conocida por los sugerentes manuales que servían para la formación política a las diferentes camadas de activistas revolucionarios y populares. Lo cierto es que Bachelet es una fiel representante de la poderosa clase media chilena, o para decirlo con otros términos, de la pequeña burguesía trasandina. Una clase social que según el importante intelectual brasileño Ruy Mauro Marini –La pequeña burguesía y el problema del poder: el caso chileno, Santiago 1973– fue el principal sector de apoyo al proceso encabezado por Salvador Allende. Un sector de la sociedad trasandina que siempre supo mediar entre las clases dominantes y los sectores populares, construyendo fuertes consensos. Bachelet se retiraría de su primera presidencia con un muy alto respaldo popular, pero no pudiendo impedir que Sebastián Piñera derrotara a la Concertación. En enero de este año fue nuevamente reelegida, asumiendo su segundo mandato el pasado 11 de marzo. El nuevo mandato cuenta, además, con la adhesión de sectores políticos ubicados a su izquierda como el de la joven dirigente estudiantil Camila Vallejo, quien cobrara bastante renombre por las grandes movilizaciones a favor de la Educación Pública.
Michelle Bachelet, además, fue la primera presidenta pro témpore de la Unasur y directora ejecutiva de la ONU mujeres.

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